Le invito a viajar a un momento que congeló el tiempo. El 22 de noviembre de 1963, en Dealey Plaza, Dallas, Texas. Un instante de sol brillante, una limusina descapotable y el sonido de disparos que no solo acabaron con la vida del 35º presidente de los Estados Unidos, sino que también hicieron añicos la inocencia de una nación y dieron origen al mayor y más perdurable misterio de la historia moderna.
La versión oficial, sellada por el Informe de la Comisión Warren en 1964, es la historia de un hombre: Lee Harvey Oswald, un exmarine descontento y simpatizante comunista, actuando como un «lobo solitario». Desde una ventana del sexto piso del Depósito de Libros Escolares de Texas, Oswald supuestamente disparó tres tiros con un rifle italiano de bajo costo, logrando una hazaña de puntería casi sobrehumana y matando al presidente Kennedy e hiriendo al gobernador John Connally.
Es una narrativa simple, tranquilizadora y, para un abrumador porcentaje del público estadounidense y de los investigadores independientes, completamente inverosímil. Durante casi seis décadas, esta versión oficial ha sido desafiada por una montaña de evidencia contradictoria, testimonios ignorados, fallas lógicas y una física balística que desafía las leyes del universo conocido.
Hoy, no vamos a resolver el caso. Vamos a hacer algo más importante: vamos a actuar como un gran jurado. Examinaremos la evidencia que demuestra por qué la teoría del tirador solitario es insostenible. Luego, identificaremos a los principales «sospechosos» que la Comisión Warren se negó a investigar seriamente: las poderosas facciones dentro del propio gobierno y del crimen organizado que tenían motivos de peso para eliminar a un presidente que se había convertido en su enemigo. Acompáñeme a reabrir el caso que nunca se cerró realmente.
El colapso de la versión oficial: la bala mágica y otras imposibilidades
La totalidad del caso de la Comisión Warren contra Lee Harvey Oswald se basa en un pilar fundamental: la «Teoría de la Bala Única», más conocida por sus críticos como la «Teoría de la Bala Mágica». Para que Oswald fuera el único tirador, una sola bala, la Prueba de la Comisión 399 (CE 399), tuvo que realizar una serie de proezas acrobáticas.
Según el informe, esta única bala:
- Entró por la espalda de Kennedy.
- Salió por su garganta.
- Permaneció en el aire durante 1.6 segundos.
- Entró por la espalda del gobernador Connally, que estaba sentado delante de Kennedy.
- Destrozó la quinta costilla de Connally.
- Salió por su pecho.
- Atravesó su muñeca derecha, rompiendo el radio.
- Se alojó superficialmente en su muslo izquierdo.
Después de causar siete heridas en dos hombres y romper huesos sólidos, esta misma bala fue encontrada más tarde en una camilla en el Hospital Parkland, en un estado casi prístino, perdiendo apenas una minúscula fracción de su masa original.
Esta teoría no es solo improbable; es una imposibilidad física que ha sido ridiculizada por médicos, físicos y expertos en balística durante décadas. Es la pieza central de un rompecabezas que simplemente no encaja.
Más allá de la bala mágica: otras grietas en la narrativa
- El disparo fatal a la cabeza: La película de 8mm filmada por Abraham Zapruder, la evidencia visual más importante del asesinato, muestra claramente el momento del disparo fatal. La cabeza del presidente Kennedy es impulsada violenta y bruscamente hacia atrás y hacia la izquierda. La física básica dicta que esto es el resultado de un impacto desde el frente y la derecha, no desde la espalda, donde supuestamente estaba Oswald. Esto sugiere fuertemente la presencia de al menos un segundo tirador, probablemente ubicado en el «montículo de hierba» (grassy knoll) que se encontraba delante de la limusina.
- El número de disparos: La Comisión Warren insistió en que solo se hicieron tres disparos. Sin embargo, la gran mayoría de los testigos presenciales en Dealey Plaza (más de 100) afirmaron haber escuchado más de tres disparos, y muchos de ellos identificaron el montículo de hierba como el origen de al menos uno de ellos. Un análisis acústico posterior del Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos en 1979 concluyó con una probabilidad del 95% que se hicieron al menos cuatro disparos, y que uno de ellos provino del montículo de hierba, confirmando una conspiración.
- El rifle y el tirador: El arma atribuida a Oswald era un rifle Mannlicher-Carcano de 6.5 mm, un arma barata y poco fiable. Los mejores tiradores del FBI no pudieron replicar la hazaña de Oswald (tres disparos en menos de 6 segundos a un blanco móvil) utilizando el mismo rifle. Además, el historial de Oswald como marine lo calificaba como un tirador apenas promedio.
La evidencia en contra de la teoría del tirador solitario es abrumadora. Si Oswald no actuó solo (si es que disparó), la pregunta inevitable es: ¿quién más estaba involucrado?
Los sospechosos que la Comisión Warren ignoró
John F. Kennedy, durante sus casi tres años en el cargo, se había ganado una lista de enemigos poderosos. Era un presidente que, tras el desastre de Bahía de Cochinos, había comenzado a desafiar el poder de las mismas instituciones que lo llevaron al poder.
1. La Agencia Central de Inteligencia (CIA)
- El motivo: Kennedy se sentía traicionado por la CIA después del fiasco de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba en 1961. Despidió al legendario director de la CIA, Allen Dulles, y a otros altos cargos, y, según se informa, juró «hacer añicos a la CIA en mil pedazos y esparcirla a los vientos». Para los halcones de la agencia, que veían la lucha contra el comunismo como una guerra total, la postura de Kennedy de buscar la distensión con la Unión Soviética (especialmente después de la Crisis de los Misiles de Cuba) y su negativa a comprometerse plenamente en Vietnam eran una traición.
- Los medios: La CIA era, y es, la organización más experta del mundo en asesinatos encubiertos, propaganda y operaciones de bandera falsa. Tenían los recursos, el entrenamiento y la capacidad de encubrimiento para llevar a cabo un asesinato presidencial y culpar a un chivo expiatorio como Oswald, quien tenía vínculos convenientes tanto con la Unión Soviética como con los grupos pro-castristas. Es una ironía macabra que Allen Dulles, el hombre que Kennedy despidió, fuera nombrado miembro de la Comisión Warren para «investigar» el asesinato.
2. La Mafia
- El motivo: El crimen organizado, liderado por capos como Santo Trafficante Jr. y Carlos Marcello, había ayudado a Kennedy a ganar las elecciones de 1960, supuestamente manipulando los votos en Illinois a través de sus sindicatos. Esperaban que, a cambio, el gobierno de Kennedy hiciera la vista gorda a sus operaciones. En cambio, Kennedy nombró a su hermano, Robert F. Kennedy, como Fiscal General, y los hermanos lanzaron la guerra más agresiva contra el crimen organizado en la historia de Estados Unidos. La Mafia se sintió traicionada y sus líderes enfrentaban la posibilidad de la deportación o largas penas de prisión.
- Los medios: La Mafia tenía una red de asesinos a sueldo y la capacidad de operar en las sombras. Tenían conexiones en Dallas, Nueva Orleans y Cuba. Jack Ruby, el hombre que asesinó a Oswald dos días después del magnicidio (silenciándolo para siempre), tenía vínculos bien documentados con la Mafia.
3. El Complejo Militar-Industrial
- El motivo: Kennedy estaba aterrorizado por la posibilidad de una guerra nuclear y buscaba activamente la paz con la Unión Soviética, culminando en la firma del Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares en 1963. También se mostraba reacio a una escalada militar a gran escala en Vietnam, firmando el Memorando de Acción de Seguridad Nacional 263, que iniciaba la retirada de los asesores estadounidenses. Para los generales del Pentágono (los «halcones» como el General Curtis LeMay) y los contratistas de defensa, la paz era mala para el negocio. Una guerra a gran escala en el sudeste asiático significaría presupuestos masivos y beneficios sin precedentes.
- Los medios: El liderazgo militar tenía el control sobre la seguridad presidencial y la capacidad de manipular los protocolos. La ruta del desfile presidencial en Dallas fue cambiada en el último minuto, llevándolo a través de Dealey Plaza, un lugar perfecto para una emboscada con fuego cruzado. La seguridad ese día fue inexplicablemente laxa.
4. El vicepresidente Lyndon B. Johnson (LBJ)
- El motivo: LBJ, un político texano inmensamente ambicioso y con fama de despiadado, se sentía humillado y marginado en la vicepresidencia. Se enfrentaba a múltiples escándalos de corrupción que amenazaban con acabar con su carrera política. El asesinato de Kennedy no solo lo salvó de una posible investigación, sino que lo catapultó al cargo que más deseaba en el mundo.
- Los medios: Como vicepresidente, Johnson tenía conexiones en todos los niveles del gobierno, desde el FBI hasta la inteligencia militar. Inmediatamente después del asesinato, tomó el control de la situación. Una de sus primeras acciones como presidente fue revertir la política de Kennedy en Vietnam, firmando el NSAM 273, que abrió la puerta a la escalada masiva que el complejo militar-industrial anhelaba.
La convergencia de intereses: un golpe de estado
La verdad sobre el asesinato de JFK probablemente no reside en un solo culpable, sino en una convergencia de intereses. No fue necesario que todos estos grupos se sentaran en una habitación para planearlo. Solo se necesitaba que los elementos más radicales de cada facción (agentes renegados de la CIA, capos de la Mafia desesperados, generales belicistas) se dieran cuenta de que compartían un problema común: John F. Kennedy.
El asesinato de JFK no fue el acto de un loco solitario. Fue un golpe de estado. Fue la eliminación de un presidente que se atrevió a desafiar al Estado Profundo de su tiempo. Su muerte permitió un cambio radical e inmediato en la política estadounidense:
- La guerra de Vietnam se intensificó, costando más de 58,000 vidas estadounidenses y millones de vidas vietnamitas.
- La política de distensión con la Unión Soviética se congeló, y la Guerra Fría se recrudeció.
- La guerra de los hermanos Kennedy contra la Mafia terminó abruptamente.
- El poder de la CIA y del complejo militar-industrial, que Kennedy había intentado frenar, se consolidó y creció sin control.
El asesinato de John F. Kennedy fue el momento en que el gobierno visible fue derrocado por el gobierno invisible. La Comisión Warren no fue una investigación; fue un acto de encubrimiento diseñado para tranquilizar a una nación traumatizada y proteger a los verdaderos culpables. La verdad, enterrada bajo décadas de documentos clasificados y desinformación, sigue esperando ser plenamente reconocida. Pero la evidencia disponible ya nos grita una conclusión ineludible: Lee Harvey Oswald no actuó solo. Fue, en sus propias palabras antes de ser asesinado, simplemente «un chivo expiatorio» (I’m just a patsy).








