Le invito a viajar a la noche del 14 de abril de 1865. La Guerra Civil Americana acaba de terminar. En el Teatro Ford de Washington D.C., el presidente Abraham Lincoln asiste a una obra para celebrar la paz. Un actor famoso, John Wilkes Booth, entra en el palco presidencial y dispara una sola bala en la cabeza del presidente. El resto es la historia que todos hemos aprendido: Booth, un fanático confederado, fue el asesino solitario, apoyado por un pequeño grupo de conspiradores de poca monta para secuestrar (y luego asesinar) a altos cargos del gobierno.
Es una historia ordenada, que atribuye uno de los momentos más traumáticos de la historia estadounidense al acto de un solo hombre desquiciado. Pero, como suele ocurrir con los eventos que cambian el curso de la historia, esta narrativa oficial está plagada de agujeros, inconsistencias y preguntas sin respuesta que apuntan a una verdad mucho más profunda y perturbadora.
¿Fue John Wilkes Booth un simple actor en un escenario mucho más grande? ¿Fue el peón sacrificable en un complot orquestado por fuerzas mucho más poderosas que tenían sus propias razones para querer a Lincoln muerto? Hoy, vamos a examinar la evidencia que sugiere que el asesinato de Lincoln no fue el final de la Guerra Civil, sino el primer acto de una nueva guerra encubierta por el alma y el futuro financiero de América. Vamos a explorar los tres principales sospechosos que la historia oficial ha preferido ignorar: los banqueros internacionales, el alto mando confederado y los enemigos dentro de su propio gabinete.
Las grietas en la narrativa del «lobo solitario»
Antes de buscar a otros culpables, es esencial entender por qué la versión oficial es tan insatisfactoria.
- La escala del complot: El plan original no era solo matar a Lincoln. Era un ataque coordinado para decapitar al gobierno de la Unión. Esa misma noche, Lewis Powell, un asociado de Booth, atacó brutalmente al Secretario de Estado William H. Seward en su casa, mientras que George Atzerodt tenía la tarea de asesinar al Vicepresidente Andrew Johnson (aunque se acobardó en el último minuto). ¿Es plausible que un simple actor pudiera organizar una operación tan compleja y sincronizada?
- La fuga de Booth: Después del asesinato, Booth logró escapar de Washington, cruzando un puente fuertemente custodiado que estaba bajo órdenes de cierre. Durante 12 días, él y su cómplice David Herold eludieron una de las mayores cacerías humanas de la historia, recibiendo ayuda y refugio a lo largo del camino. Esto sugiere una red de apoyo mucho más organizada de lo que se admitió.
- El diario desaparecido: Cuando Booth fue finalmente acorralado y asesinado, se recuperó su diario. Sin embargo, cuando el diario fue presentado como prueba en el juicio, el Secretario de Guerra, Edwin Stanton, admitió que faltaban 18 páginas. ¿Qué contenían esas páginas? ¿Los nombres de conspiradores de más alto nivel?
Estas anomalías sugieren que la red de Booth era mucho más amplia y que la investigación oficial se detuvo deliberadamente en un nivel superficial.
Motivo 1: La guerra por el dinero – Lincoln contra los banqueros internacionales
Para muchos investigadores, el verdadero motivo del asesinato de Lincoln no tiene nada que ver con la esclavitud o la Reconstrucción, sino con el dinero. Para financiar la costosa Guerra Civil, Lincoln se enfrentó a un dilema. Los banqueros internacionales, principalmente vinculados a la Casa Rothschild en Europa, se ofrecieron a prestar dinero al gobierno de la Unión, pero a tasas de interés usureras (entre el 24% y el 36%).
Lincoln se negó a someter a la nación a tal nivel de deuda. En su lugar, tomó una decisión revolucionaria. En 1862, impulsó la Ley de Curso Legal, que autorizaba al Tesoro de los Estados Unidos a emitir su propia moneda directamente, sin pasar por los bancos y libre de deuda. Esta nueva moneda fue apodada el «Greenback» por el color de su reverso.
Este acto fue una declaración de guerra contra el modelo de banca central privada que los financistas europeos habían establecido en todo el mundo. El Greenback demostró que un gobierno soberano no necesitaba pedir prestado dinero a los banqueros privados y pagarles intereses; podía crear su propio dinero para servir a los intereses de su pueblo.
Lincoln era consciente del peligro de su decisión. Se le atribuye la siguiente cita:
«El poder del dinero rapiña a la nación en tiempos de paz y conspira contra ella en tiempos de adversidad. Es más despótico que la monarquía, más insolente que la autocracia, más egoísta que la burocracia.»
Para los banqueros internacionales, el sistema de Greenbacks de Lincoln era una amenaza existencial. Si se extendía, podría acabar con su modelo de negocio de crear dinero de la nada y prestarlo a los gobiernos con intereses. La teoría sostiene que estas fuerzas financieras, operando a través de sus agentes en América, financiaron y apoyaron el complot de Booth para eliminar al presidente que se había atrevido a desafiar su poder. Es una escalofriante coincidencia que, tras la muerte de Lincoln, el programa de Greenbacks fuera descontinuado y el país volviera a un sistema bancario controlado por intereses privados, culminando en la creación de la Reserva Federal en 1913.
Motivo 2: La última batalla de la Confederación – El Servicio Secreto
La idea de que Booth era simplemente un actor vengativo ignora la sofisticada red de espionaje y operaciones encubiertas de la Confederación. El Servicio Secreto Confederado, dirigido desde Canadá por figuras como Jacob Thompson y Clement C. Clay, operaba una vasta red de agentes en el Norte.
- Operaciones previas: Este grupo ya había intentado desestabilizar la Unión con complots para incendiar hoteles en Nueva York, liberar a prisioneros de guerra confederados y perturbar las elecciones de 1864.
- Vínculos con Booth: John Wilkes Booth y varios de sus co-conspiradores, incluido John Surratt (cuya madre, Mary Surratt, fue ejecutada por el complot), eran agentes o mensajeros confirmados del Servicio Secreto Confederado. Viajaron repetidamente a Montreal, el centro de operaciones, para reunirse con los líderes confederados.
- El plan de secuestro: El plan original de Booth de secuestrar a Lincoln y llevarlo a Richmond era una operación oficial del Servicio Secreto Confederado, diseñada para cambiar el rumbo de la guerra.
La teoría sostiene que cuando la Confederación se rindió, el plan de secuestro se transformó en un plan de asesinato, una última y desesperada represalia orquestada por el alto mando del espionaje confederado, posiblemente con el conocimiento del Secretario de Estado Confederado, Judah P. Benjamin. Benjamin, tras la guerra, escapó convenientemente a Gran Bretaña, donde se convirtió en un exitoso abogado, fuera del alcance de la justicia estadounidense.
Motivo 3: El enemigo interno – Los Republicanos Radicales y Edwin Stanton
Quizás la teoría más perturbadora es la que implica a miembros del propio gabinete de Lincoln. Al final de la guerra, Lincoln abogaba por una Reconstrucción indulgente y rápida del Sur, con el lema «con malicia hacia nadie, con caridad para todos».
Esta postura lo puso en conflicto directo con una poderosa facción de su propio partido: los Republicanos Radicales. Liderados por figuras como el senador Benjamin Wade y el congresista Thaddeus Stevens, querían castigar duramente al Sur, despojar de sus derechos a la antigua clase dirigente confederada y garantizar plenos derechos civiles a los esclavos liberados bajo la protección militar del Norte.
En el centro de esta teoría se encuentra el Secretario de Guerra, Edwin M. Stanton.
- El conflicto con Lincoln: Stanton era un Republicano Radical y se oponía ferozmente a la política de Reconstrucción de Lincoln.
- Comportamiento sospechoso: En la noche del asesinato, Stanton tomó el control total de la investigación. Fue él quien dirigió la persecución de Booth, quien controló el acceso al diario de Booth (del que faltaban páginas) y quien insistió en un juicio militar secreto para los conspiradores en lugar de un juicio civil público, lo que limitó la capacidad de la defensa para presentar pruebas.
- El guardaespaldas ausente: El guardaespaldas personal de Lincoln, John Frederick Parker, abandonó su puesto fuera del palco presidencial durante la obra para ir a un bar. ¿Por qué se le asignó a Lincoln un guardia con un historial de indisciplina, y por qué nunca fue castigado seriamente por su negligencia fatal?
La teoría sugiere que Stanton y los Republicanos Radicales, si no orquestaron directamente el asesinato, al menos permitieron que ocurriera al retirar deliberadamente la seguridad de Lincoln, sabiendo que su muerte pondría al más maleable Andrew Johnson en el poder y les permitiría imponer su propia y dura visión de la Reconstrucción.
El encubrimiento y la justicia selectiva
La forma en que se manejaron las secuelas del asesinato grita encubrimiento.
- El juicio militar: El uso de un tribunal militar aseguró un proceso rápido, secreto y controlado por el Departamento de Guerra de Stanton. Se restringieron las pruebas y se limitó el derecho de apelación.
- La ejecución de Mary Surratt: La ejecución de Mary Surratt, la dueña de la pensión donde se reunían los conspiradores, fue muy controvertida. Muchos creen que fue ejecutada para silenciarla y para presionar a su hijo, John Surratt, a no entregarse.
- La fuga de John Surratt: John Surratt, un agente confederado clave y amigo íntimo de Booth, logró escapar a Canadá y luego a Europa, siendo protegido por una red que algunos creen que llegaba hasta el Vaticano. Cuando finalmente fue capturado y juzgado en un tribunal civil, el juicio terminó con un jurado en desacuerdo, y nunca fue condenado. Su escape sugiere una protección de alto nivel.
En conclusión, el asesinato de Abraham Lincoln fue mucho más que el acto de un actor fanático. Fue un punto de inflexión en la historia estadounidense donde convergieron múltiples intereses poderosos. Ya fuera la élite financiera internacional que buscaba aplastar su soberanía monetaria, los restos vengativos del Servicio Secreto Confederado, o los radicales de su propio gobierno que buscaban una paz punitiva, John Wilkes Booth parece haber sido el detonador de una bomba mucho más grande.
El asesinato logró sus objetivos: la visión de Lincoln de una Reconstrucción compasiva murió con él, dando paso a un período de amargo conflicto. Y, lo que es más importante para el futuro, la amenaza de un sistema monetario soberano y libre de deudas fue eliminada, asegurando que el poder sobre el dinero de la nación volviera a las manos de los banqueros. El disparo en el Teatro Ford no solo mató a un hombre; mató una visión de América.








