Le invito a considerar a un grupo de individuos únicos en la historia de la humanidad: los astronautas. Son hombres y mujeres de una valentía, inteligencia y estabilidad psicológica extraordinarias. Han sido entrenados por años, seleccionados entre miles y han viajado a la última frontera, viendo la Tierra como un frágil orbe azul suspendido en la inmensidad del cosmos. Son nuestros ojos y oídos en el universo, los testigos más creíbles que podríamos desear.
Y sin embargo, cuando se trata del tema más profundo que su experiencia podría abordar —la posibilidad de vida y tecnología no humanas—, la gran mayoría de ellos mantiene un silencio casi absoluto. Durante más de 60 años de exploración espacial, la NASA ha mantenido una postura oficial inquebrantable: nunca han encontrado evidencia de vida o tecnología extraterrestre.
Pero, ¿es esa toda la verdad? ¿O es que a estos héroes nacionales, a estos exploradores de mundos, se les ha impuesto un código de silencio, respaldado por juramentos de secreto y amenazas veladas a sus carreras y pensiones? ¿Qué vieron realmente en la negrura del espacio y en la desolación de la Luna?
Hoy, vamos a examinar las grietas en este muro de silencio. Vamos a analizar las admisiones crípticas, las retractaciones forzadas y los valientes testimonios de un puñado de astronautas que, especialmente después de su retiro, decidieron arriesgarlo todo para contar una historia diferente. Una historia que sugiere que no solo no estamos solos, sino que nuestros exploradores espaciales lo saben desde el principio.
El código de silencio: juramentos y consecuencias
Para entender el silencio, primero debemos entender la cultura de la que provienen los astronautas. La mayoría de los astronautas de las primeras eras (Mercury, Gemini, Apolo) eran pilotos de pruebas militares. Eran oficiales entrenados para seguir órdenes, para ser disciplinados y, sobre todo, para guardar secretos.
- Juramentos de seguridad nacional: Desde el momento en que ingresan al programa, los astronautas están sujetos a juramentos de secreto de por vida. Revelar información clasificada no solo significa el fin de su carrera, sino que puede acarrear penas de prisión.
- El factor «ridículo»: Además de las consecuencias formales, existía una inmensa presión psicológica. Un astronauta que hablara de «platillos volantes» sería inmediatamente desacreditado, ridiculizado por los medios y visto como inestable, poniendo en peligro no solo su propia reputación, sino la credibilidad de todo el programa espacial.
- La misión por encima de todo: Para estos hombres, la misión era lo más importante. Cualquier cosa que pudiera distraer o poner en peligro la financiación y el apoyo público al programa espacial (como una controversia sobre OVNIs) debía ser suprimida.
Este cóctel de deber, secreto y miedo a la humillación creó el código de silencio perfecto.
Las admisiones crípticas: leyendo entre líneas
A pesar del silencio oficial, ha habido momentos en los que la verdad parece haberse filtrado, a menudo en comentarios improvisados o en transcripciones de misiones que luego fueron negadas o «reinterpretadas».
Neil Armstrong y la «cuarentena» de Apolo 11
La historia más famosa y controvertida es la de la misión Apolo 11. Según una persistente leyenda ufológica, cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin aterrizaron en la Luna, no estaban solos. Supuestamente, observaron una o más naves extraterrestres en el borde de un cráter cercano, observándolos.
La supuesta transcripción de una comunicación secreta entre Apolo 11 y el Control de Misión dice lo siguiente:
Armstrong: «¿Qué fue? ¿Qué diablos fue eso? Solo quiero saber…»Control de Misión: «¿Qué pasa ahí? Control de Misión llamando a Apolo 11.»Armstrong: «¡Estos bebés son enormes, señor! ¡Enormes! ¡Oh, Dios, no lo creería! ¡Le digo que hay otras naves espaciales ahí fuera… alineadas en el borde lejano del cráter! ¡Están en la Luna observándonos!»
La NASA ha negado vehementemente la autenticidad de esta transcripción. Sin embargo, el propio Neil Armstrong fue una figura increíblemente reservada después de su regreso, evitando casi por completo a los medios. En una rara aparición pública, en un simposio de la Casa Blanca en 1994, hizo un comentario críptico que ha alimentado la especulación:
«Hay grandes ideas por descubrir, avances disponibles para aquellos que pueden quitar una de las capas protectoras de la verdad.»
¿A qué «capa protectora de la verdad» se refería el primer hombre en la Luna?
Buzz Aldrin y el objeto en forma de «L»
Buzz Aldrin, el segundo hombre en la Luna, ha sido más abierto, aunque de forma ambigua. En varias entrevistas, ha descrito cómo, en el camino a la Luna, la tripulación del Apolo 11 observó un objeto que los seguía. Lo describió como un objeto en forma de «L». Aunque públicamente se ha retractado o ha permitido que se reinterprete como un panel desprendido de su propio cohete, en una entrevista de 2005 para el Science Channel, fue más directo:
«Había algo ahí fuera que estaba lo suficientemente cerca como para ser observado… y ¿qué podría ser?»
Maurice Chatelain y las comunicaciones censuradas
Maurice Chatelain fue un ingeniero francés que trabajó para la NASA como jefe de diseño de los sistemas de comunicaciones del programa Apolo. Después de su retiro, afirmó que todas las misiones Apolo y Gemini fueron seguidas por vehículos espaciales de origen extraterrestre y que las comunicaciones entre los astronautas y el control de la misión a menudo se realizaban en un canal médico privado para ocultar estas conversaciones al público.
Los que rompieron filas: los héroes de la divulgación
Mientras que la mayoría de los astronautas se llevaron sus secretos a la tumba, un puñado de ellos, a menudo después de retirarse y liberarse de sus juramentos, decidieron hablar.
Gordon Cooper: el pionero que vio demasiado
Gordon Cooper fue uno de los siete astronautas originales del Proyecto Mercury y el último estadounidense en volar solo al espacio. Fue un héroe de la aviación con una credibilidad impecable. Y fue inequívoco sobre lo que vio.
- Avistamiento en Alemania (1951): Antes de ser astronauta, mientras era piloto de la Fuerza Aérea en Alemania, Cooper y sus compañeros de escuadrón persiguieron una «flota de platillos» que volaban a altitudes y velocidades que «no podíamos ni aproximar».
- Incidente en la Base Edwards (1957): Mientras era piloto de pruebas en la Base de la Fuerza Aérea de Edwards, un equipo de filmación bajo su mando grabó un platillo volante aterrizando en un lago seco. Cooper vio la película y la envió a Washington. Nunca más se supo de ella.
- Testimonio ante la ONU: En 1985, Cooper testificó ante un comité de las Naciones Unidas, declarando: «Creo que estos vehículos extraterrestres y sus tripulaciones están visitando este planeta desde otros planetas… Durante años he vivido con un secreto, un secreto que he guardado con todos los especialistas en aeronáutica y astronautas con los que he hablado. Ahora puedo revelar que todos los días, en EE.UU., nuestros instrumentos de radar capturan objetos de forma y composición desconocidas para nosotros.»
Edgar Mitchell: el místico del Apolo 14
El Dr. Edgar Mitchell, piloto del módulo lunar del Apolo 14 y el sexto hombre en caminar sobre la Luna, fue quizás el defensor más abierto y de más alto perfil de la realidad extraterrestre. Mitchell, que tenía un doctorado en aeronáutica y astronáutica del MIT, afirmó que sus fuentes dentro de la comunidad militar y de inteligencia le habían confirmado que el incidente de Roswell era real y que el encubrimiento ha estado en vigor desde entonces.
En innumerables entrevistas, declaró sin rodeos:
«He tenido el privilegio de estar al tanto del hecho de que hemos sido visitados en este planeta y el fenómeno OVNI es real… Ha sido encubierto por nuestros gobiernos durante los últimos 60 años más o menos, pero poco a poco se está filtrando.»
Mitchell creía que la razón del encubrimiento era el miedo a las repercusiones religiosas y sociales, y el temor de los militares a no poder controlar la situación.
Otros testimonios
- Deke Slayton: Otro de los astronautas originales del Mercury, Slayton, afirmó en una entrevista haber visto un OVNI en 1951.
- Brian O’Leary: Un ex astronauta del programa Apolo que se convirtió en un crítico abierto del encubrimiento.
- Story Musgrave: Un veterano de seis misiones del transbordador espacial que ha hablado de ver un objeto similar a una «anguila» en el espacio.
Conclusión: el peso del secreto
La evidencia, aunque fragmentaria, pinta un cuadro claro. Los hombres y mujeres que han viajado más allá de nuestro mundo han visto cosas que no encajan en la narrativa oficial. La mayoría, por un sentido del deber, por miedo o por una combinación de ambos, ha guardado silencio. Pero un puñado de ellos, impulsados por su conciencia, han intentado decirnos la verdad.
El testimonio de héroes como Gordon Cooper y Edgar Mitchell no puede ser descartado a la ligera. Eran hombres de ciencia, pilotos de pruebas, la «crema y nata». No tenían nada que ganar y todo que perder al hablar. Su valentía al romper el código de silencio sugiere que el secreto que guardaban era de una importancia monumental.
El silencio de los astronautas es, en sí mismo, una de las piezas de evidencia más elocuentes del encubrimiento OVNI. Nos dice que la verdad sobre lo que hay «ahí fuera» es tan profunda y potencialmente desestabilizadora que incluso a nuestros mayores héroes se les ha ordenado que miren para otro lado y mantengan la boca cerrada.








