Le invito a regresar a la noche del 31 de agosto de 1997. El mundo se despertó con una noticia que parecía inconcebible: Diana, Princesa de Gales, la «Reina de Corazones», la mujer más famosa y fotografiada del planeta, había muerto en un violento accidente de coche en el túnel del Pont de l’Alma en París.
La versión oficial se consolidó con una velocidad asombrosa, convirtiéndose en la historia que todos conocemos: una tragedia provocada por una combinación letal de un conductor ebrio, Henri Paul, que intentaba escapar a alta velocidad de un enjambre de paparazzi sin escrúpulos. Es una narrativa simple, que culpa a la obsesión de los medios y a la imprudencia personal. Es una historia que cierra el caso y nos permite llorar a un icono perdido en un accidente sin sentido.
Pero, ¿y si no fue un accidente? ¿Y si la narrativa oficial es una cortina de humo, una historia de portada cuidadosamente elaborada para ocultar una verdad mucho más siniestra? ¿Y si la mujer que se había atrevido a desafiar a la monarquía más poderosa del mundo y que estaba a punto de casarse con un musulmán fue, en realidad, víctima de una ejecución extrajudicial orquestada por el propio establishment al que pertenecía?
Hoy, vamos a examinar las grietas de la versión oficial. No nos basaremos en especulaciones, sino en las inconsistencias documentadas, los testimonios ignorados, las pruebas forenses suprimidas y las preguntas que dos investigaciones oficiales, una francesa y una británica, no lograron responder satisfactoriamente. Esta es la historia de cómo un «accidente» de coche se parece, bajo escrutinio, a un asesinato de manual de los servicios secretos.
La narrativa oficial: un conductor ebrio y paparazzi imprudentes
La investigación oficial francesa, y posteriormente la investigación británica («Operación Paget»), concluyeron que la causa del accidente fue la conducción «gravemente negligente» de Henri Paul, el jefe de seguridad en funciones del Hôtel Ritz. Se determinó que Paul tenía un nivel de alcohol en sangre tres veces superior al límite legal francés y que, además, estaba bajo los efectos de antidepresivos. Al intentar evadir a los paparazzi que perseguían el Mercedes S280 en el que viajaban Diana, su pareja Dodi Fayed y el guardaespaldas Trevor Rees-Jones, Paul perdió el control del vehículo a una velocidad estimada de más de 100 km/h dentro del túnel y se estrelló contra el pilar número 13.
Diana, Dodi y Henri Paul murieron. Trevor Rees-Jones fue el único superviviente, pero sufrió una amnesia casi total sobre los momentos del accidente. Caso cerrado. Una tragedia, pero una tragedia explicable.
Desmontando los pilares de la versión oficial
Sin embargo, cada uno de los pilares de esta narrativa se tambalea bajo un examen más detenido.
1. El «conductor ebrio»: el misterio de Henri Paul
La afirmación de que Henri Paul estaba peligrosamente ebrio es fundamental para la teoría del accidente. Sin embargo, la evidencia es profundamente contradictoria.
- Comportamiento sobrio: Las imágenes de las cámaras de seguridad del Ritz de los minutos previos a la salida muestran a un Henri Paul que camina con normalidad, ata sus cordones y se comporta de manera profesional. Nadie que interactuó con él esa noche, incluido el personal del hotel y los guardaespaldas, notó ningún signo de embriaguez.
- Muestras de sangre contaminadas: La autopsia de Paul reveló altos niveles de monóxido de carbono en su sangre (20.7%), un nivel que lo habría dejado incapacitado o muerto incluso antes de subir al coche. Esto sugiere fuertemente que las muestras de sangre analizadas no eran suyas o fueron contaminadas. Múltiples expertos han argumentado que las muestras de sangre no fueron manejadas correctamente y que la cadena de custodia fue rota.
- Grandes sumas de dinero: En el momento de su muerte, Henri Paul tenía en su poder una cantidad inexplicable de dinero en efectivo y se descubrió que tenía más de un millón de francos (aproximadamente 200,000 dólares de la época) repartidos en 15 cuentas bancarias diferentes. ¿De dónde sacó un jefe de seguridad de hotel esa cantidad de dinero? Esto ha llevado a la especulación de que Paul era un informante pagado por un servicio de inteligencia (posiblemente el MI6 británico o el DST francés) y que su papel esa noche fue mucho más complejo que el de un simple conductor.
2. El misterioso Fiat Uno blanco y el destello cegador
La versión oficial minimiza la implicación de otros vehículos. Sin embargo, la evidencia forense y los testimonios apuntan a la participación de al menos dos vehículos más.
- El Fiat Uno blanco: Los restos de pintura encontrados en el Mercedes destrozado y los testimonios de testigos presenciales confirmaron que el coche de Diana tuvo una colisión con un Fiat Uno blanco justo antes de estrellarse. Este coche rozó el Mercedes y, según algunos, lo desestabilizó. Las autoridades francesas buscaron el coche durante años, pero nunca lo identificaron «satisfactoriamente». Un fotógrafo de prensa llamado James Andanson, que poseía un Fiat Uno blanco y era conocido por sus vínculos con los servicios secretos, fue investigado. Meses después, fue encontrado muerto en un coche quemado en el sur de Francia, en lo que se dictaminó como un «suicidio», a pesar de que su cabeza estaba separada del cuerpo.
- La motocicleta y el destello: Múltiples testigos, incluido el ex-agente del MI6 Richard Tomlinson, han afirmado que la táctica estándar de los servicios secretos para provocar un accidente en un túnel es utilizar una potente luz estroboscópica para cegar al conductor. Varios testigos presenciales del accidente de Diana informaron haber visto una motocicleta potente adelantar al Mercedes dentro del túnel y un «destello de luz brillante y cegador» justo antes del impacto. Esta evidencia fue en gran medida ignorada por las investigaciones oficiales.
3. El tratamiento médico: una hora y 45 minutos para llegar al hospital
Quizás el aspecto más inexplicable de la noche es el tratamiento de emergencia que recibió Diana.
- La «hora de oro»: En traumatología, la «hora de oro» es el período crucial después de una lesión en el que una intervención médica rápida tiene la mayor probabilidad de salvar una vida.
- Un retraso inexplicable: El accidente ocurrió a las 12:23 AM. La ambulancia con Diana no llegó al hospital Pitié-Salpêtrière, a solo 6 kilómetros de distancia, hasta las 2:06 AM. ¡Una hora y 43 minutos! La ambulancia viajó a una velocidad media de menos de 10 km/h y se detuvo inexplicablemente durante un largo período a la vista del hospital.
- Protocolo francés vs. anglosajón: La explicación oficial es que el protocolo médico francés («Stay and Play») prioriza la estabilización del paciente en el lugar, a diferencia del protocolo anglosajón («Scoop and Run») que prioriza el transporte rápido al hospital. Sin embargo, incluso para los estándares franceses, el retraso fue extremo y ha sido criticado por numerosos expertos médicos, quienes afirman que si Diana hubiera llegado antes al quirófano, sus posibilidades de supervivencia habrían sido mucho mayores. Para los teóricos de la conspiración, el retraso no fue negligencia; fue deliberado, para asegurar que Diana muriera en el camino.
El motivo: ¿por qué querrían matar a Diana?
Si fue un asesinato, la pregunta es: ¿quién se beneficiaba? Diana, en 1997, se había convertido en una figura increíblemente poderosa e impredecible, una «bala perdida» para el establishment británico.
- La relación con Dodi Fayed: Diana estaba profundamente enamorada de Dodi, un musulmán. Los tabloides especulaban con un inminente compromiso y un posible embarazo. La idea de que la madre del futuro Rey de Inglaterra (el Príncipe William) se casara con un musulmán y potencialmente tuviera un hermanastro musulmán para el futuro monarca era, según se argumenta, absolutamente inaceptable para la Casa Real y el establishment racista y anti-musulmán.
- El padre de Dodi, Mohamed Al-Fayed: El padre de Dodi era el controvertido propietario de Harrods y un enemigo declarado del establishment británico, que le había negado repetidamente la ciudadanía. Una alianza matrimonial entre Diana y los Fayed habría sido una pesadilla para la Familia Real.
- La campaña contra las minas terrestres: En sus últimos meses, Diana se había convertido en una activista global contra las minas terrestres, una campaña que la puso en conflicto directo con la poderosa industria armamentística británica. Estaba a punto de exponer a los fabricantes de armas que se beneficiaban de estos dispositivos mortales.
- Los «secretos reales»: Diana conocía los secretos más íntimos y potencialmente dañinos de la Familia Real. Se dice que guardaba un diario y que planeaba revelar información que podría haber desestabilizado la monarquía.
La evidencia suprimida y los testigos ignorados
La investigación oficial, especialmente la Operación Paget británica, ha sido acusada de ser un encubrimiento masivo.
- Vigilancia del MI6: Se ha confirmado que Diana y Dodi estaban bajo vigilancia por parte de los servicios secretos británicos (MI6) y estadounidenses (NSA) en las semanas previas a su muerte. Sin embargo, estas agencias afirmaron que todas las grabaciones y transcripciones relevantes fueron destruidas.
- La nota de Diana: Diez meses antes de su muerte, Diana escribió una nota a su mayordomo, Paul Burrell, en la que afirmaba: «Esta fase particular de mi vida es la más peligrosa. [Nombre censurado por la investigación] está planeando ‘un accidente’ en mi coche, una falla en los frenos y una lesión grave en la cabeza para dejar el camino libre para que Carlos se case». Esta nota, una premonición escalofriante, fue ocultada a la investigación francesa y minimizada por la británica.
- El embalsamamiento: El cuerpo de Diana fue embalsamado pocas horas después de su muerte, antes de que se realizara una autopsia completa. Este procedimiento hizo imposible realizar una prueba de embarazo definitiva, alimentando las teorías de que estaba embarazada de Dodi y que el embalsamamiento fue una orden para destruir esa evidencia.
En conclusión, la muerte de la Princesa Diana está lejos de ser un caso cerrado. La narrativa oficial del accidente por conductor ebrio se desmorona bajo el peso de las inconsistencias forenses, los testimonios contradictorios y los retrasos inexplicables. Cuando se considera el poderoso motivo que tenía el establishment británico para «resolver el problema de Diana», y la evidencia que apunta a la participación de vehículos y tácticas asociadas con los servicios secretos, la teoría del asesinato no parece una fantasía paranoica, sino una conclusión lógica y aterradora.
La historia de Diana puede no ser la de un trágico accidente, sino la de una advertencia brutal: que nadie, ni siquiera la mujer más querida del mundo, está por encima del poder del Estado Profundo cuando se convierte en una amenaza para sus intereses.








