
Introducción: El Milagro y su Sombra
Durante décadas, El Salvador fue sinónimo de violencia. Un país desangrado por una guerra civil y luego aterrorizado por el dominio de las maras, pandillas ultraviolentas como la MS-13 y Barrio 18 que controlaban barrios enteros, extorsionaban a la población y asesinaban con impunidad. Era uno de los lugares más peligrosos del planeta.
Entonces, llegó Nayib Bukele. Un presidente joven, experto en redes sociales, que declaró una «guerra contra las pandillas» sin precedentes. Implementó un régimen de excepción, suspendiendo garantías constitucionales, y encarceló a más de 70,000 personas, el 2% de la población adulta del país. Los resultados, en la superficie, son milagrosos. La tasa de homicidios se ha desplomado. La gente camina libremente por calles que antes eran campos de batalla. El Salvador es, estadísticamente, uno de los países más seguros de América Latina.
La versión oficial, promovida por Bukele y aclamada por millones, es la de un líder valiente que hizo lo que nadie se atrevió a hacer: aplastar el terrorismo y devolver la paz a su pueblo. Un modelo de seguridad que ahora otros países de la región buscan imitar.
Pero bajo la superficie de este milagro, hay una anomalía inquietante. Para lograr la paz, se ha sacrificado la libertad. Miles de personas inocentes han sido encarceladas sin el debido proceso, se reportan torturas sistemáticas y el poder se ha concentrado en un solo hombre que controla el congreso, los tribunales y el ejército.
Este expediente no cuestiona la brutalidad de las maras. Examina el precio de la paz. La pregunta no es si Bukele ha logrado resultados. La pregunta es: ¿es Nayib Bukele el salvador que su pueblo necesitaba, o es el prototipo del dictador del siglo XXI, un líder que nos muestra cuán fácilmente una sociedad aterrorizada está dispuesta a cambiar su libertad por seguridad?
Capítulo 1: La Versión Oficial – El Plan Control Territorial
La narrativa oficial del éxito de Bukele se centra en su «Plan Control Territorial», una estrategia de seguridad de múltiples fases que culminó en el régimen de excepción declarado en marzo de 2022.
El problema era innegable. Las pandillas, o maras, habían creado un estado paralelo en El Salvador. Controlaban territorios, imponían sus propias leyes, cobraban «impuestos» (extorsiones) y ejecutaban a quienes no cumplían. El estado había perdido el control.
La estrategia de Bukele fue una demostración de fuerza abrumadora. Tras una ola de 87 asesinatos en un solo fin de semana, convenció al Congreso de aprobar un régimen de excepción que suspendía derechos como la libertad de asociación y el derecho a la defensa. Esto permitió a la policía y al ejército arrestar a cualquier persona sospechosa de pertenecer a una pandilla basándose en criterios tan vagos como tener tatuajes o vivir en un barrio controlado por las maras.
El resultado fue el encarcelamiento masivo. Se construyó una mega-cárcel, el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), para albergar a 40,000 reclusos en condiciones de máxima seguridad. Las imágenes difundidas por el propio gobierno mostraban a miles de pandilleros tatuados, rapados y semidesnudos, sometidos y humillados.
El éxito, según las cifras oficiales, es rotundo. La tasa de homicidios, que en 2015 era de 103 por cada 100,000 habitantes (la más alta del mundo), se redujo a 2.4 en 2023. Los negocios ya no pagan extorsiones. Los niños pueden volver a jugar en la calle. Para la gran mayoría de los salvadoreños, que vivieron décadas de terror, Bukele es un héroe. Su índice de aprobación supera el 90%, el más alto de cualquier líder en el mundo.
Capítulo 2: Las Primeras Grietas – El Pacto Secreto y el Costo Humano
La narrativa del milagro se complica al examinar las acusaciones de pactos secretos y el devastador costo humano de la estrategia.
- El Pacto con el Diablo:
Antes de la «guerra total», la propia administración de Bukele fue acusada de hacer exactamente lo contrario: negociar en secreto con los líderes de la MS-13. Investigaciones periodísticas, como la del medio El Faro, y documentos del propio Departamento de Justicia de EE.UU., alegan que el gobierno de Bukele otorgó beneficios carcelarios y financieros a los líderes de las maras a cambio de que redujeran la tasa de homicidios y apoyaran políticamente al partido de Bukele. La violenta ola de asesinatos que sirvió de pretexto para el régimen de excepción, según esta teoría, no fue una agresión de las pandillas, sino el resultado de la ruptura de este pacto secreto. - La Muerte del Debido Proceso:
El régimen de excepción ha eliminado las garantías legales. Las personas son arrestadas sin orden judicial, pueden ser detenidas indefinidamente sin cargos y se enfrentan a juicios masivos y anónimos. Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han documentado miles de detenciones arbitrarias de personas sin vínculos con pandillas. - Tortura y Muerte en las Cárceles:
Las condiciones en las prisiones son, según los informes, inhumanas. Se han documentado más de 150 muertes bajo custodia estatal, con claros signos de tortura, inanición y falta de atención médica. El sistema está diseñado no para la rehabilitación, sino para el castigo y la aniquilación. - La Consolidación del Poder:
Mientras luchaba contra las pandillas, Bukele ha desmantelado sistemáticamente los contrapesos democráticos. Tomó el control de la Corte Suprema, que luego reinterpretó la constitución para permitir su reelección inmediata (anteriormente prohibida). Ha atacado a la prensa independiente y ha utilizado el aparato estatal para perseguir a los críticos.
Capítulo 3: La Teoría Alternativa – El Manual del Autócrata Digital
La teoría alternativa es que la guerra contra las pandillas, aunque real en sus efectos, es también el vehículo perfecto para un objetivo mucho más grande: la creación de la primera autocracia digital del siglo XXI. Bukele no es un ideólogo de izquierda o derecha; es un pragmático del poder que ha creado un nuevo manual para dictadores.
- Identificar un Enemigo Real y Aterrador: Las maras no eran un enemigo inventado. Eran una amenaza existencial que aterrorizaba a la población. Esto creó el caldo de cultivo perfecto: una sociedad dispuesta a aceptar cualquier medida, por extrema que fuera, a cambio de seguridad.
- Utilizar la Propaganda en Redes Sociales: Bukele no gobierna a través de discursos televisados, sino a través de X (Twitter) y TikTok. Controla la narrativa directamente, sin el filtro de los medios tradicionales (a los que tacha de «enemigos»). Difunde imágenes de propaganda cuidadosamente producidas (como las de la mega-cárcel) que se vuelven virales a nivel mundial, construyendo una imagen de fuerza y eficacia.
- Declarar un Estado de Excepción Permanente: El régimen de excepción, que debería ser temporal, se ha prorrogado continuamente. Se convierte en la nueva normalidad, acostumbrando a la población a vivir sin sus derechos fundamentales. La «guerra» se convierte en una justificación permanente para el control autoritario.
- Crear una Lealtad Personalista: El éxito no se atribuye al estado o a las instituciones, sino a la figura del líder. Bukele se presenta como el único salvador, el único capaz de proteger al pueblo. La lealtad ya no es a la constitución o a la nación, sino al hombre.
Este «Modelo Bukele» es un plan exportable. Muestra a otros líderes de regiones plagadas de crimen que pueden obtener un poder casi absoluto y una popularidad masiva si están dispuestos a suspender la democracia en nombre de la seguridad.
Capítulo 4: El Contrapunto Escéptico – El Fracaso de la Democracia Liberal
Los defensores de Bukele y los escépticos de la narrativa de la «dictadura» presentan un argumento pragmático y poderoso.
Argumentan que décadas de democracia liberal, con su énfasis en los derechos de los criminales y el debido proceso, fracasaron estrepitosamente en El Salvador. Las ONGs de derechos humanos y los gobiernos occidentales criticaban desde la comodidad de sus países seguros, mientras los salvadoreños eran masacrados. La democracia no les dio seguridad, les dio terror.
Bukele, sostienen, simplemente aplicó un realismo brutal. Entendió que para derrotar a un enemigo que no respeta ninguna regla, el estado no puede atarse las manos con ellas. Las detenciones de inocentes, aunque trágicas, son consideradas un «daño colateral» aceptable en una guerra real por la supervivencia de la nación.
La popularidad masiva de Bukele no es el resultado de la propaganda, sino de la realidad tangible en las calles. Cuando una madre puede enviar a su hijo a la escuela sin miedo a que lo maten, las advertencias sobre el «debilitamiento de las instituciones democráticas» suenan abstractas y vacías. Para la mayoría de los salvadoreños, no han perdido la libertad, la han recuperado.
Conclusión: La Tentación de la Mano Dura
El caso de Nayib Bukele es quizás uno de los experimentos políticos más importantes y peligrosos del siglo XXI. Nos presenta un espejo incómodo y nos obliga a enfrentar una pregunta fundamental: ¿cuánto vale la libertad cuando se vive con miedo?
La narrativa oficial celebra un milagro de seguridad sin precedentes. La evidencia alternativa revela un pacto oscuro y la construcción de un estado autoritario sobre las tumbas de la democracia y los derechos humanos.
El «Modelo Bukele» es una tentación para un mundo cada vez más caótico. Ofrece una solución simple y rápida a problemas complejos. Pero la historia nos advierte que los líderes que se presentan como salvadores a menudo exigen un precio terrible. El expediente de El Salvador nos obliga a preguntarnos si estamos presenciando el rescate de una nación o el nacimiento de un nuevo tipo de tiranía, una que es aclamada por las mismas personas a las que subyuga.